lunes, 26 de agosto de 2019

Se esperan las Reliquias de Santa Bernardita en España



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175 aniversario de su nacimiento.
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 Las reliquias de Santa Bernardita saldrán de Lourdes el 1 de septiembre y visitarán diócesis españolas hasta mediados de diciembre del 2019.

Biografía

Santa Bernadette Soubirous, o Santa Bernardita, nació en Lourdes, Francia, el 7 de enero del año 1844. Fue una religiosa y mística francesa a la que se le apareció Nuestra Señora de Lourdes cuando tenía 14 años.
Sus padres se llamaban François Soubirous y Louise Castérot, y administraban un molino. Santa Bernadette fue bautizada dos días después de su nacimiento. Tuvo 6 hermanos.
La crisis que afectó a la Francia agrícola, abatió a su familia, que vivió en extrema pobreza. Bernadette conoció el hambre y la enfermedad:
En los primeros, antes de transferirse definitivamente a Nevers, la santa vivió con su familia en la llamada cachot, una propiedad del primo del padre, caracterizada exclusivamente como una habitación de apenas 16mc, oscura y malsana, que fue antes una cárcel de la ciudad, que cambió de lugar por motivos de mala higiene.
La niña tenía una salud frágil, problemas de asma, que se agraviaban porque respiraba el aire malsano de la habitación.
A Bernadette se le veían menos años de los que tenía. Sus sentimientos religiosos era ya fuertes, aunque no conocía nada del Catecismo, siendo analfabeta. Ella misma dice esto «La Santa Virgen me ha elegido… es porque soy la más ignorante»
Algunos vecinos afirmaban que la familia vivía en una armonía fuera de lo común, que semejaba descansar sobre el amor recíproco, recíproco sostén y sobre su devoción religiosa.
Para contribuir al mantenimiento de la familia, Bernadette fue confiada a una familia de amigos cerca de Bartres, empleada en la vigilancia y dehesa de los rebaños y como camarera cerca de su taberna. Los Soubirous se trasladaron a una malsana celda de la antigua prisión de la rue Haute, denominada La Cachot. En el 1857 acusaron de robo a su padre.

Las apariciones

Según la misma Santa Bernadette Soubirous, el 11 de febrero de 1858, apenas con catorce años, mientras junto a una amiga y una hermana recogía leña en un bosque cerca de la gruta de Massabielle, Bernadette allí tuvo la primera visión de lo que ella describió como «Una pequeña señora joven» de pié en un hueco de una roca.
Bernadette afirmó que la bellísima Señora, le había pedido volver a la gruta todos los días por quince días, y además afirmó que la Señora vestía un velo blanco, una cinta azul, una rosa dorada en cada pie y sostenía un Rosario en la mano.
Las jóvenes que la acompañaban a buscar leña no vieron nada. La identidad de la Aparición de la Santa Virgen, le fue revelada a Bernadette en la aparición numero 17.
La historia de Bernadette creó gran alboroto entre los ciudadanos, que creían y no creían en la joven. Rápidamente la gente la seguía al lugar, unos por curiosidad y otros porque creían de asistir a un milagro.

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El contenido de las otras visiones cuyo Bernadette dijo de haber asistido fueron simples, la necesidad del ruego y la penitencia. Sin embargo, durante la aparición numero 13, el 2 de marzo, Bernadette explicó a su familia que la señora habría dicho:
«Ve por favor a los sacerdotes y diles que una capilla tiene que ser construida aquí. Dejen que aquí pasen las procesiones».
Acompañada por dos de sus tías, Bernadette puntualmente se presentó con la solicitud al cura, Padre Dominique Peyramale, un hombre brillante, pero huraño, con poca disponibilidad a creer las afirmaciones sobre apariciones o milagros.
Padre Peyramale le dijo a Bernadette que la Señora tenía que darles una identificación. La chica afirmó que en la visión siguiente le repitió las palabras del cura a la señora, pero que ella se inclinó ligeramente, y sonriendo no contestó nada.
Padre Peyramale le dijo a Bernadette de probar que la «Señora» fuese «real»,  pidiéndole un milagro, de hacer florecer y brotar enseguida la mata de rosas bajo el hueco de la roca. Fue a mediados de febrero, en pleno invierno.
Cómo Bernadette recondujo más tarde a su familia y a los inquisitorios civiles y eclesiásticos, durante la novena aparición, presumiblemente la señora le habría dicho de beber del manantial que fluía bajo la roca, y comer de las plantas que crecieron libremente allí, aunque sobre el lugar no habían nacientes de agua conocidas y el terreno era duro y árido.
Bernadette supuso que la «Señora» quería indicarle que el manantial estaba bajo tierra. La chica hizo por lo tanto como le fue dicho y cavó en la tierra, pero nada ocurrió. Sin embargo, el día después, el agua empezó a fluir.
Algunos devotos siguieron el ejemplo de Bernadette y bebieron del manantial haciendo abluciones, que fueron atribuidas pronto a propiedades curativas.
Desde el día en que Bernadette había llevado a la luz el manantial, 69 curaciones fueron verificadas por los Médico de Lourdes y clasificadas como «inexplicables», hasta recibir el reconocimiento de milagrosas en la Iglesia Católica.
La comisión de Lourdes que examinó Bernadette después de las visiones, hizo también un gran análisis del agua, encontrando solamente un alto contenido de minerales y nada más extraño que pudiera explicar las curaciones. Bernadette misma dijo que la fe y la oración curaron a los enfermos.
Durante la décimo sexta aparición, que habría ocurrido el 25 de marzo, día en que la Iglesia Católica conmemora la Anunciación, la Señora, levantando los ojos al cielo y uniendo en señal de ruego las manos, le habría dicho a Bernadette en la lengua local:
Que soy fue immaculada concepciou («Yo soy la inmaculada Concepción»). Cuatro años antes el Papa Piadoso IX promulgó la doctrina de la Inmaculada Concepción, la única entre todos los seres humanos, la Virgen María, nacida sin la mancha del Pecado original.
Durante la decimoséptima aparición, el 7 de abril, habría ocurrido el así llamado «Milagro» del cirio. Bernadette tuvo entre las manos una vela que, durante la presunta visión, quemó completamente: fue referido que la llama quedó aparentemente en directo contacto con su piel por más que 15 minutos pero ella no enseñó ninguna señal de dolor o herida.
Tal acontecimiento fue testimoniado por muchas personas presentes, incluido al médico escéptico Pierre Romaine Dozous, que cronometró y documentó el hecho. Según su relación, no hubo ninguna señal que enseñara que la piel de Bernadette fuera perjudicada en ningún modo, por lo tanto tuvo bajo control a la chica sin intervenir. Después de que Bernadette hubo referido que la visión fue acabada, el médico afirmó de haber examinado la mano.

El santuario y la talla de la Virgen

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En ese lugar se levantó el Santuario de Lourdes donde desde entonces han ocurrido numerosas curaciones inexplicables para la ciencia (ver Repercusiones en la actualidad). La talla de la Virgen colocada desde entonces en la gruta, fue esculpida por el escultor Joseph Hughes Fabisch (1812-1886), profesor de la Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras de Lyon, entre fines de 1863 y comienzos de 1864. En referencia a la Virgen, Bernadette solía decir: «Jamás he visto mujer tan hermosa». El artista debió realizar distintas correcciones a su obra, en la que Bernadette no reconocía a la «Señora» de las apariciones. Ya en otras ocasiones, ante los modelos de estatuas sobre los que se le había pedido su opinión, Bernadette había exclamado: «¡Madre mía, cómo se os desfigura!»
Cuando vio la imagen terminada que representaba a la Inmaculada Concepción esculpida en mármol de Carrara, Bernadette dijo: «Sí, ésta es hermosa… pero no es Ella».
En efecto, la estatua -siguiendo los cánones estéticos de su época más que las indicaciones de Bernadette- no reflejaba la sonrisa, la sencillez, la humildad, la belleza y la naturalidad que Bernadette señalaba tenía la Virgen.
De hecho, a Fabisch se le olvidó incluir el rosario de la Virgen, que fue añadido más tarde. Dijo la santa: «Tenía un rosario como el mío», y por eso las primeras estatuas producidas en Lourdes tenían un rosario de 6 decenas como el de santa Brígida que usaba la vidente. A la estatua se le añadió uno de 5 decenas.

Ingreso al convento de Nevers

Tras las apariciones, a partir del 15 de julio de 1860, Bernadette fue acogida en el hospicio por las religiosas Hermanas de la Caridad de Nevers. Bernadette dejó la casa y permaneció como enferma dos años entre ellas (1861 y 1862).
En agosto de 1864 solicitó ser admitida en la Comunidad de Hermanas de la Caridad de Nevers y en julio de 1866 comenzó su noviciado en dicha congregación. En septiembre de 1866, el asma del que siempre había padecido se agravó. El 25 de octubre recibió la unción de los enfermos.
Sus fuerzas estaban al límite de modo que, al no poder pronunciar la fórmula, Monseñor Forcade la pronunció en nombre de ella. En 1867 se recobró, y el 30 de octubre de ese año hizo su profesión religiosa de las manos de Monseñor Forcade.

Estadía con las Hermanas de la Caridad de Nevers

La escena de su profesión religiosa, concertada con la superiora, madre Josefina Imben, se hizo famosa. Mientras que todas las novicias, después de la profesión, recibieron el crucifijo, el libro de las constituciones y la carta de obediencia, Bernadetta no recibió nada.
La madre Josefina dijo, explicándose: «No hace nada bien». Entre las monjas, Bernardita sufrió no sólo por su mala salud, sino también a causa de que la superiora no creía ni en sus visiones ni en sus dolencias. Desde octubre de 1875, la historia de Bernadette se confunde con la historia de sus enfermedades. La joven Bernarda cojeaba, y fue reprendida varias veces. Incluso la priora no la dejaba salir de su celda, pues decía que quería llamar la atención. En diciembre de 1877, se vio precisada de guardar cama por dolores en una rodilla. En febrero de 1878, tuvo una recaída de asma y sufrió vómitos de sangre.
A partir de diciembre de 1878 permaneció definitivamente en cama. La realidad era muy otra de la que suponía la madre superiora: Bernarda sufría de un tumor en su pierna, más concretamente, de tuberculosis ósea diagnosticada en último estadio, extremadamente dolorosa.
No por ello había cejado en su trabajo: se había dedicado a ser enfermera y sacristana durante los nueve años que compartió con las hermanas de la Congregación, hasta que no pudo más por los agudos ataques de asma y la enfermedad que padecía.

Muerte e incorruptibilidad de su cadáver

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Poco tiempo antes de morir, llegó un obispo que iba camino de Roma. Bernardita escribió una carta al papa para que le enviara una bendición. El obispo llevó la carta a Roma y, al regresar de la Santa Sede, le trajo a Bernardita una especial bendición de León XIII y un crucifijo de plata que le enviaba de regalo; era el 15 de abril de 1879.
Toda esa semana, ella había sufrido mucho, por las llagas de decúbito. Al día siguiente, el 16 de abril de 1879, con apenas 35 años, murió a las 15.15 horas. Sus últimas palabras fueron: «La he visto otra vez… ¡Qué hermosa es! Madre, ruega por mí que soy pecadora».
Los funerales de Bernadette fueron notables. Las palabras que corrieron en boca de todos fueron: «La santa ha muerto». Inhumada en la capilla de San José de la casa madre, asistió una inmensa muchedumbre llegada de toda Francia.

Detalle del rostro y manos incorruptas 

El proceso diocesano sobre la heroicidad de sus virtudes se abrió el 20 de agosto de 1908. El 2 de septiembre de 1909, su cadáver fue desenterrado y hallado en
perfecto estado de conservación; no obstante, el crucifijo y rosario que llevaba en las manos se encontraron cubiertos de óxido.
El 25 de agosto de 1913, Pío X inició el proceso de beatificación en Roma que, retrasado por la Primera Guerra Mundial, se reanudó el 17 de septiembre de 1917. El 14 de junio de 1925, Pío XI proclamó beata a Bernadette.

Cuerpo incorrupto 

En el año de su beatificación se realizó una segunda exhumación del cuerpo que seguía sin descomponerse (incorrupto), aunque con m

anchas y decoloración en la piel, probablemente como resultado de su exposición al aire durante los cuarenta y seis años posteriores a su entierro.
Por ello, con un molde del rostro y fotos de la religiosa, la empresa de Pierre Imans fabricó tenues cubiertas de cera para el rostro y las ma
nos que le fueron colocadas antes de su traslado al convento de Nevers el 25 de junio. Luego el cuerpo fue ubicado en la capilla que hoy lleva su nombre, perteneciente al antiguo convento de San Gildard de Nevers, y depositado en un relicario de cristal, donde es objeto de visitas y peregrinaciones hasta hoy.

Canonización

Finalmente, el 8 de diciembre de 1933, durante el Año Santo de la Redención y Jubileo extraordinario, Pío XI proclamó «santa» a Bernadette Soubirous, la hija del pobre molinero de Boly. El texto solemne de la canonización pronunciado por el papa fue:
«En honor de la Santísima e indivisible Trinidad, para la exaltación de la fe católica y para el incremento de la religión cristiana,

 con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de madura deliberación y habiendo implorado la ayuda divina, el parecer de nuestros venerables hermanos los cardenales de la santa Iglesia romana, los patriarcas, los arzobispos y obispos, declaramos y definimos santa a la beata María Bernarda Soubirous y la inscribimos en el catálogo de los santos, estableciendo que su memoria será piadosamente celebrada todos los años en la Iglesia universal el 16 de abril, día de su nacimiento para el cielo».

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