María, Divina Enfermera,
cuida el cuerpo y el alma de los enfermos:
en el dolor, sosiégalos;
en la soledad, acompáñalos;
en el miedo, alienta su confianza.
María de Caná
alegra sus días.
En la oscuridad, ilumina su fe;
en la debilidad, impulsa su ánimo;
en la desesperación, sostén su esperanza
y hazlos testigos del amor de Dios.
Madre de la Misericordia,
si su vida se apaga,
intercede por ellos ante tu Hijo,
vencedor de la muerte,
y cógelos en tus brazos,
Virgen de la ternura. Amén