jueves, 29 de noviembre de 2018

El Papa Francisco: "El Santuario, lugar privilegiado para experimentar la misericordia"

El Papa en su discurso a los participantes en el I Congreso Internacional de Rectores y Operadores en los Santuarios
Los señaló como lugares insustituibles: fecundos, propician silencio, oración, acogida, nadie se siente extraño
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Vatican News, 29 de noviembre de 2018


El Santuario como lugar de culto, de oración, del silencio del corazón, de la celebración de los sacramentos, casa para los peregrinos y lugar de la misericordia", son algunas de las consideraciones que resaltó el Papa Francisco en su discurso a los participantes en el I Congreso Internacional de Rectores y Operadores en los Santuarios.

"Son muchos los que vienen al Santuario porque necesitan recibir una gracia, y luego vuelven para agradecer por haberla experimentado, a menudo por haber recibido fortaleza y paz en la prueba. Esta oración hace que los Santuarios sean lugares fecundos, para que la piedad del pueblo sea siempre alimentada y crezca en el conocimiento del amor de Dios", lo dijo el Papa Francisco a los participantes en el I Congreso Internacional de Rectores y Operadores en los Santuarios, a quienes recibió la mañana de este jueves, 29 de noviembre, en la Sala Regia del Vaticano.

El Santuario, lugar para expresar la fe
En su discurso, el Santo Padre resaltó la importancia de los Santuarios como lugares de culto en todo el mundo. "Cuanta necesidad tenemos de los Santuarios en el camino cotidiano que la Iglesia realiza - señaló el Papa - son el lugar donde nuestro pueblo se congrega para expresar su propia fe en la simplicidad, y según las varias tradiciones que se han transmitido desde la infancia. Por muchos motivos, nuestros Santuarios son insustituibles porque mantienen viva la piedad popular, enriqueciéndola con una formación catequética que sostiene y fortalece la fe y al mismo tiempo, alimentando el testimonio de la caridad".

La importancia de acoger a los Peregrinos
Al encontrar a los Rectores y Operadores de diversos Santuarios del Mundo, el Papa Francisco les dirigió algunas consideraciones sobre estos lugares sagrados. En primer lugar, el Pontífice subrayó la importancia de la acogida a los peregrinos. "Sabemos que con mayor frecuencia nuestros Santuarios son meta no sólo de grupos organizados - precisó el Papa - sino de peregrinos individuales o de grupos autónomos que se ponen en camino a estos lugares sagrados. Es triste cuando sucede que, a su llegada, no hay nadie que les dé la bienvenida y los acoja como peregrinos que han realizado un viaje, muchas veces largo, para llegar al Santuario. No puede suceder que se dé mayor atención a las exigencias materiales y financieras, olvidando que la realidad más importante son los peregrinos".
El Santo Padre también recordó que, hay que tener en cuenta que muchas personas visitan el Santuario porque pertenece a la tradición local, a veces porque sus obras de arte son un atractivo, o porque está situado en un ambiente natural de gran belleza y encanto. "Cuando estas personas, son acogidas, se vuelven más disponibles a abrir sus corazones y dejar que sean moldeados por la Gracia. Un clima de amistad - precisó el Papa - es una semilla fecunda que nuestros Santuarios pueden sembrar en la tierra de los peregrinos, permitiéndoles recuperar esa confianza en la Iglesia que a veces puede haber sido decepcionada por la indiferencia recibida".

El Santuario, lugar de oración
La segunda consideración que presentó el Papa Francisco, fue la de los Santuarios como lugares de oración. "La mayor parte de nuestros Santuarios - precisó el Pontífice - están dedicados a la piedad mariana. Aquí la Virgen María abre los brazos de su amor maternal para escuchar la oración de cada uno y escucharla. Los sentimientos que todo peregrino siente en lo más profundo de su corazón son los que también encuentra en la Madre de Dios. Aquí Ella sonríe dando consuelo. Aquí Ella derrama lágrimas con los que lloran. Aquí nos presenta a cada uno de nosotros - señaló el Papa - al Hijo de Dios en sus brazos como el bien más precioso que toda madre posee. Aquí María se convierte en la compañera de camino de toda persona que eleva sus ojos a Ella pidiendo una gracia, segura de ser escuchada. La Virgen responde a todos con la intensidad de su mirada, que los artistas han sabido pintar a menudo guiados a su vez desde arriba en la contemplación".

La importancia de la oración y los sacramentos
En cuanto a la oración en los Santuarios, el Papa Francisco subrayó dos exigencias. "En primer lugar, fomentar la oración de la Iglesia que, mediante la celebración de los sacramentos, hace presente y eficaz la salvación. Esto permite que todos los presentes en el Santuario - señaló el Pontífice - se sientan parte de una comunidad más amplia que desde todas partes del mundo profesa la única fe, da testimonio del mismo amor y vive la misma esperanza. Muchos santuarios han surgido precisamente por la petición de orar de la Virgen María a la vidente, para que la Iglesia no olvide nunca las palabras del Señor Jesús de orar ininterrumpidamente y de permanecer siempre vigilantes a la espera de su regreso".

El Santuario, lugar para el silencio
Otra consideración que realizó el Papa Francisco sobre estos lugares sagrados fue que, los Santuarios están llamados a alimentar la oración del peregrino en el silencio de su corazón. "Con las palabras del corazón, con el silencio, con sus fórmulas aprendidas de memoria de niño, con sus gestos de piedad - precisó el Santo Padre - todos deben poder ser ayudados a expresar su oración personal. Son muchos los que vienen al Santuario porque necesitan recibir una gracia, y luego vuelven para agradecer por haberla experimentado, a menudo por haber recibido fortaleza y paz en la prueba. Esta oración - recordó el Papa - hace que los Santuarios sean lugares fecundos, para que la piedad del pueblo sea siempre alimentada y crezca en el conocimiento del amor de Dios".

El Santuario, lugar privilegiado de la misericordia
Finalmente, el Papa Francisco recordó que, nadie en nuestros Santuarios debe sentirse como un extraño, especialmente cuando viene a ellos con el peso de su pecado, por ello, el Santuario es un lugar privilegiado para experimentar la misericordia que no conoce límites. "De hecho, cuando la misericordia es vivida, se convierte en una forma de evangelización real, porque transforma a los que reciben la misericordia, en testigos de la misericordia. En primer lugar - agregó el Papa - el sacramento de la Reconciliación, que tantas veces se celebra en los Santuarios, necesita sacerdotes bien formados, santos, misericordiosos, capaces de hacer gustar el verdadero encuentro con el Señor que perdona. Espero que nunca falte la figura del Misionero de la Misericordia - precisó - especialmente en los Santuarios, como testigo fiel del amor del Padre que se acerca a todos y sale al encuentro feliz de haber encontrado a los que se habían perdido. Finalmente - concluyó el Pontífice - las obras de misericordia piden ser vividas de manera especial en nuestros Santuarios, porque en ellos la generosidad y la caridad se realizan de manera natural y espontánea como actos de obediencia y amor al Señor Jesús y a la Virgen María".

lunes, 19 de noviembre de 2018

ÍNVITACIÓN A PARTICIPAR A LOS JÓVENES DE LA HOSPITALIDAD DE LOURDES EN EL RETIRO CON EL OBISPO

lunes, 19 de noviembre de 2018


RETIRO DE JÓVENES CON EL OBISPO


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Tras el lanzamiento de la Misión Diocesana EUNTES, dónde D. Carlos nos invitaba a responder a Dios, desde el corazón, pues la vida del cristiano es Misión. Queremos proponeros en menos de dos semanas, iniciar diciembre con:
RETIRO DE JÓVENES CON EL OBISPO
Una propuesta para los jóvenes que quieren cuidar la dimensión espiritual en su vida y tienen necesidad de estar y compartir con Jesús un momento orante, junto a otros jóvenes de la diócesis. Será:
Días: 1 y 2 Diciembre (Desde el sábado 1 a las 10:00h de la mañana hasta el domingo 2, después de comer)
Lugar: Centro de Convivencias - Maristas (Lardero)
Precio: 40€
Edad: a partir de 17 años
Información e inscripciones: juventud@iglesiaenlarioja.org 

Evangelio del día. Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!



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1.- Oración introductoria.
Hoy, Señor, vengo a la oración a pedirte lisa y llanamente lo que te pidió aquel ciego que estaba al borde del camino: ¡Señor, que vea! Que vea mi limitación, mi fragilidad, mi pobreza. Que vea que yo solo no puedo caminar y te necesito. Que vea que Tú estás en mis hermanos y los ame. Que vea que Tú estás presente en el corazón del mundo y te alabe.

2.- Lectura reposada del evangelio Lucas 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? Él dijo: ¡Señor, que vea! Jesús le dijo: Ve. Tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Aquel ciego había perdido la vista, pero no el oído. Había oído cosas maravillosas de Jesús. Tampoco había perdido el habla para poder exponerle a Jesús su problema. Ni el grito de su garganta cuando pretendían que se callase. Muchas veces nos quejamos de todo lo que nos falta y nunca caemos en la cuenta de lo que podemos hacer con lo que todavía nos queda. Con los sentidos que le quedaban sanos fue a Jesús y le devolvió la vista. Con los nuevos ojos estrenó una nueva vida. No se marchó a su casa a hacer su vida, sino que siguió a Jesús por el camino. De oyente de Jesús se convirtió en “seguidor” de Jesús. Y, de tal manera hablaba de Jesús, que contagió a todo el pueblo. No se limitó a ser un cristiano del montón, sino que se convirtió en apóstol. Toda mi vida está tejida de grandes favores y gracias de Dios. ¿Qué más debe hacerme Dios para salir de mi rutina, de mi pereza, de mi vulgaridad? Tal vez el milagro de la vista. Que vea la vida con ojos nuevos, que siga a Jesús por el camino que Él me marca y no por el que yo quiero ir. Que sea un cristiano más convencido, más audaz, más entusiasta, más misionero.

Palabra del Papa
Él lo ha prometido: eh aquí la piedra angular sobre la que se apoya la certeza de una oración. Con esta seguridad nosotros decimos al Señor nuestras necesidades, pero seguros de que Él pueda hacerlo. Rezar es sentir que Jesús nos dirige la pregunta del ciego: ¿tú crees que puedo hacer esto? Él puede hacerlo. Cuando lo hará, como lo hará no lo sabemos. Esta es la seguridad de la oración. La necesidad de decir la verdad al Señor. ‘Soy ciego, Señor. Tengo esta necesidad. Tengo esta enfermedad. Tengo este pecado. Tengo este dolor…’, pero siempre la verdad, como es la cosa. Y Él siente la necesidad, pero siente que nosotros pedimos su intervención con seguridad. Pensamos si nuestra oración es de necesidad y es segura: de necesidad porque nos decimos la verdad a nosotros mismos, y segura, porque creemos que el Señor puede hacer aquello que le pedimos. (Cf. S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2013, homilía en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto (Silencio)
.

5.- Propósito. Hoy daré gracias a Dios por tantos regalos que me ha hecho en mi vida

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, hoy siento envidia de este cieguecito. Tenía deseos de estar contigo, te buscaba, te deseaba, te necesitaba. Y, cuando fue curado por ti, ya no te dejó. Te siguió por el camino. Y el camino era el de la Cruz. Ante la muerte en la Cruz te abandonaron tus discípulos, pero este ciego ya no te abandonó sino que te siguió hasta el final. Fue tu discípulo, no sólo con palabras sino con el testimonio de su vida.
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Homilía de Monseñor Carlos Escribano en el Acto de Envío a la Misión Diocesana ,“EUNTES”17/11/2018








MISIÓN DIOCESANA EUNTES , 17 DE NOVIEMBRE



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domingo, 18 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO




En el tiempo en que se escribe este evangelio de Marcos, todo el mundo pensaba que “el fin del mundo era ya inminente”. La destrucción del Templo de Jerusalén fue para ellos, una “premonición”. Pero hubo un hombre genial, San Lucas, el que “inspirado por Dios” escribió una obra en dos partes: El Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Con el evangelio acaba la etapa del Jesús histórico: Vida, Muerte y Resurrección. Pero esta bonita historia “continua” en los Hechos, es decir, en la vida de la Iglesia. Que nadie hable de “fin del mundo”. Que todos nos pongamos a trabajar y construir un mundo nuevo, el mundo que inició Jesús. Hay mucha tarea por delante y no es tiempo de pensar en el final. Tampoco es tiempo de “dormir”, ni de ser vagos y perezosos. La tarea es inmensa y apasionante. Teniendo siempre la mirada puesta en Jesús, pasemos por la vida “haciendo el bien a todos “ y creando una Nueva Humanidad.

EVANGELIO: Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

COMENTARIO-REFLEXIÓN
En estos últimos domingos del año litúrgico, la Iglesia nos sitúa al final de la historia. Pero para los judíos (y después los cristianos), la historia no es “circular” como en los pueblos vecinos, donde todo se repite, sino “lineal” es decir, con perspectivas de futuro. Israel se encuentra siempre en tensión hacia la salvación que ha de venir. Desde Abrahán, a quien Dios le dice: “sal de tu tierra”, pasando por el éxodo hacia la tierra prometida; y terminando por la espera del Mesías, Israel vivió siempre con la esperanza de algo mejor, que Dios le iba a dar. Veamos los textos de hoy en esta perspectiva positiva.

1.– Entonces verán al Hijo del Hombre sobre las nubes.. La partícula “entonces” viene a continuación de hablarnos de una angustia ante el oscurecimiento del sol, y de la luna y la caída de las estrellas. Esto significa que, ante la llegada del Hijo del Hombre en poder y majestad, todas las criaturas palidecen, dejan de brillar. Tal y como habían anunciado los profetas, todos los imperios, destructores de la humanidad, tienen que ceder y dar paso a una humanidad nueva donde reine la justicia, la igualdad, la fraternidad. “El cielo y la tierra pasarán” En este mundo todo pasa. Si pasan los astros, más los modelos, los ídolos de barro, los que acaparaban las noticas de los medios de comunicación, los grandes de la tierra, Y dice Jesús: Para hablar de este final tan apoteósico, no hay que meter miedo a nadie. Basta con que sepamos presentar el verdadero rostro de Dios. Dios no quiere esclavos que le sirvan por miedo, sino hijos que le amen con libertad.

2.– Aprended de la higuera. Es una bella imagen. Por frío, duro y crudo que sea el invierno, nunca podrá detener la primavera. En primavera las ramas se ponen tiernas, brotan los capullos y son expresión de vida y de belleza. Parece decirnos Jesús con esta imagen:!No tengáis miedo! Está por estallar una eterna primavera de Dios.. Por fin os vais a enterar de quien era Dios. Ese Dios que ha estado tan oculto en vuestra historia, se va a manifestar “tal y como es” Allí reunirá “a los elegidos de los cuatro vientos” . Y se logrará la gran fiesta de la fraternidad universal. “Y Dios será todo en todos” (1Cor. 15,28).

3.– El día y la hora nadie lo sabe, sólo el Padre. Jesús, durante su vida, no hizo otra cosa que hablarnos del Padre y sólo del Padre. Parece que era eso lo que más le interesaba. Sabía muy bien que en el momento en que los hombres y mujeres de este mundo cayéramos en la cuenta de cómo es Dios, el Dios revelado por el Hijo , un Dios cercano, el Dios –Abbá, es decir, “Papá”, el Dios que sólo quiere nuestro bien y que seamos felices,   ese día nuestra vida cambiaría. El que Dios Padre se haya reservado para Él sólo el saber el día y la hora, sólo quiere decir que quiere ser “El personalmente, el que nos dé la sorpresa”. Si un Padre se ha visto forzado a vivir muchos años separado de un hijo, cuando le dicen que ya pronto va a regresar, el primero que quiere ir al aeropuerto a darle el primer beso, el primer abrazo, es el padre. Así es Dios. De lo que ha de suceder ese último día, nadie sabe nada, ni a nadie le interesa. Es algo que se ha reservado el Padre para darnos la GRAN SORPRESA”.

PREGUNTAS
1.- ¿Todavía le tengo miedo a Dios? ¿Aún no he experimentado su cariño, su bondad, su ternura? ¿Por qué esperar al último día?
2.- ¿Me da alegría el pensar que. después de la muerte, vendrá el “estallido de un eterna primavera”?
3.- ¿He pensado que el primero que vendrá a abrazarme, después de mi muerte, va a ser mi Padre-Dios?. ¿Me lo creo?
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miércoles, 14 de noviembre de 2018

El Reino de Dios ya está entre vosotros.



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1.- Oración introductoria.
Hoy, Señor, quiero que mi mirada coincida con la tuya: haz que no me fije en los grandes y poderosos de este mundo sino en los pequeños y sencillos: en esos pastorcitos que guardan el ganado cuando Tú naces en una cueva; en esos niños que tienen unos pocos panes y unos pececillos cuando das de comer a la gente hambrienta en el desierto; en esa pobre viuda que echa en el cepillo del templo las dos moneditas que le quedaban. Haz, Señor, que descubra el valor de lo pequeño.

2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo llegaría el Reino de Dios, Jesús les respondió: El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: “Vedlo aquí o allá”, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros. Dijo a sus discípulos: Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: “Vedlo aquí, vedlo allá.” No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión.
El Reino de Dios ocupó el centro de la predicación de Jesús. A él dedicaba su tiempo y sus mejores energías; era el objeto de su ocupación y preocupación. El Reino de Dios, o mejor, el reinado de Dios, era la nueva situación creada por Dios para el hombre, con motivo de la llegada de Jesús al mundo. Algunos esperaban esta venida de un modo espectacular. Pero este Reino “llegó sin dejarse sentir”. No hizo ruido. Y se instaló en silencio en los corazones de las personas de buena voluntad. Desde entonces miles y miles de hombres y mujeres pasan su vida sin destacar en nada; sin recibir un aplauso; sin salir nunca en la prensa. Ellos y ellas van desgranando su vida ordinaria y sencilla en el campo, en un hospital, en el taller, en los oficios de la casa. Estas personas jamás se enfadan ni están tristes, al contrario, ayudan al que lo necesita y todo lo hacen con cariño, con alegría, con ilusión. La razón de ese obrar es muy sencilla: “El reino de Dios ya está entre ellos”. Estos no necesitan milagros para ser santos. Toda su vida ha sido un puro milagro y su fiesta la celebran el día uno de Noviembre.

Palabra del Papa
Nosotros sabemos que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado; que está vivo entre nosotros y que tiene una finalidad: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor. Y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del Espíritu Santo. Todos nosotros tenemos el Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana, en el camino de la historia, hacia el Reino de Dios. Este Espíritu es la potencia del amor que ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos los constructores de paz. Donde hay un hombre constructor de paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda y lo empuja a hacer la paz» (S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Haré las cosas ordinarias de este día de modo que sean la mejor expresión de que el Reino de Dios ya ha llegado a mi corazón.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, hoy te quiero agradecer el haber caído en la cuenta de que Tú no eres para mí un ser extraño, que habitas en parajes lejanos. Estas a mi lado, es más, estás dentro de mi propio corazón. Ahí has instalado tu Reino. Desde ahí diriges y orientas mi vida hacia la verdad, la libertad, el amor, la felicidad.
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martes, 13 de noviembre de 2018

14 de noviembre de 2018. Los otros nueve, ¿dónde están?

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1.- Oración introductoria.
Señor, hoy me inquieta una pregunta que Tú formulas en el evangelio: Y los otros nueve ¿dónde están? ¿Dónde están tantos que antes eran cercanos a la Iglesia y ahora no quieren saber nada de ella? ¿Dónde tantos de aquellos que antes eran creyentes y ahora son ateos? ¿No tendré yo alguna culpa? ¿No habré vivido mi fe sin compromiso serio con el hombre?

2.- Lectura reposada del evangelio Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo, yendo Jesús de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: Id y presentaos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado.
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3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
En este evangelio nos llama poderosamente la atención el hecho de que sea precisamente el samaritano, el que vive al margen de la ley judía, el único que venga a dar gracias al Señor. Los nueve leprosos judíos se limitan a ir a los sacerdotes, como mandaba la ley (Lev. 13,39). En cambio el samaritano se deja conducir por la ley natural, la que le dicta el corazón, es decir, la ley del agradecimiento. La consecuencia es clara: la religión mal entendida puede llegar a deshumanizarnos. No olvidemos que Jesús se hizo Hombre. Dios elevó, potenció y enriqueció todo lo humano. Es el hombre el camino normal para ir a Dios. Cuando esto no lo tenemos en cuenta, puede ocurrir que las leyes endurezcan el corazón. Hay personas religiosas que son muy violentas, muy criticonas, con cara de pocos amigos, con muy mal genio. Y nos preguntamos: ¿Y todos esos acaban de comulgar? ¿Acaban de comer el pan de la bondad? Jesús pregunta: Y esos otros nueve, ¿dónde están? ¿Dónde están esos cristianos auténticos que han hecho del amor a Dios y el amor al hermano un solo precepto? ¿Es posible que los no cristianos nos den lecciones? ¿Qué hemos hecho del testamento de Jesús que nos manda amarnos como Él nos ha amado?

Palabra del Papa
En los evangelios, algunos reciben la gracia y se van: de los diez leprosos curados por Jesús, solo uno volvió a darle las gracias. Incluso el ciego de Jericó encuentra al Señor mediante la sanación y alaba a Dios. Pero debemos orar con el “valor de la fe”, impulsándonos a pedir también aquello que la oración no se atreve a esperar: es decir, a Dios mismo: Pedimos una gracia, pero no nos atrevemos a decir: ‘Ven Tú a traerla’. Sabemos que una gracia siempre es traída por Él: es Él que viene y nos la da. No demos la mala impresión de tomar la gracia y no reconocer a Aquel que nos la porta, Aquel que nos la da: el Señor. Que el Señor nos conceda la gracia de que Él se dé a nosotros, siempre, en cada gracia. Y que nosotros lo reconozcamos, y que lo alabemos como aquellos enfermos sanados del evangelio. Debido a que, con aquella gracia, hemos encontrado al Señor. (Cf. S.S. Francisco, 10 de octubre de 2013, homilía en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto? (Silencio)

5.- Propósito: Hoy trataré de ver a Dios en el rostro de mi hermano.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, hoy he aprendido a darte gracias a Ti, Señor. Y quiero darte gracias no porque me lo imponga ninguna ley externa sino por la ley del corazón, porque me sale de dentro, porque disfruto agradeciéndote tantas gracias, tantos favores, que me has dado a lo largo de mi vida. Más que darte gracias, quisiera hacer de mi vida “una acción de gracias permanente para Ti”

MISIÓN DIOCESANA EUNTES, 17 DE NOVIEMBRE, ORDEN DE LA PROCESIÓN

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