jueves, 23 de marzo de 2017

VÍA CRUCIS DE LA JUVENTUD - 31·Marzo

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INVITACIÓN  A LOS JÓVENES
DE LA HOSPITALIDAD DE NTRA. SRA. DE LOURDES
DE LA RIOJA
 
El día 31 de marzo,  viernes, tendrá lugar un Vía Crucis de la Juventud por las calles del Casco Antiguo de Logroño. Presidirá el mismo nuestro obispo D. Carlos.
 
A las siete de la tarde, en la Iglesia parroquial de Palacio misa de la cofradía del Santo Cristo de las Ánimas.
 
En torno a las ocho, salida del Vía Crucis por las calles, pasando por las Iglesias de La Redonda y Santiago, para concluir en la Plaza de San Bartolomé. Participarán las bandas de las cofradías con sus tambores y trompetas. También asistirán al Vía Crucis la Hermandad de Cofradías, Personal de la Pastoral Universitaria, Pastoral Juvenil de la diócesis y el Seminario.
 
 

sábado, 28 de enero de 2017

JORNADAS DE PASTORAL DE LA SALUD 2017


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DIÓCESIS DE CALAHORRA Y LA CALZADA-LOGROÑO 
PASTORAL DE LA SALUD Y ECOLOGÍA INTEGRAL

 * 2 de Febrero: Salud y medio ambiente, a la luz de "Laudato Si"  (D. Alfredo Álvarez Lacruz: profesor asociado de antropología Teológica en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Navarra ; Consiliario del Movimiento Scout Católico)

TRIDUO EN HONOR A NTRA. SRA. DE LOURDES 

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*9 de Febrero: "Proclama mi alma la grandeza del Señor".   Eucaristía a las 19:30 en la Parroquia de La Sagrada Familia de Logroño, presidida por D. Esteban Ruiz Santamaría, capellán del Hospital Provincia.
*10 de Febrero: "Se alegra mi Espíritu en Dios Salvador" Eucaristía a las 19:30 en la Parroquia de La Sagrada Familia de Logroño, presidida por D. Diego Hernández León, capellán del Hospital San Pedro de Logroño.
*11 de Febrero: Ntra. Sra. de Lourdes: JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO. Procesión de Antorchas, a las 18:45, desde la Plaza de la Iglesia de San Bartolomé (Rezo de Santo Rosario por los enfermos).
"El Poderoso ha hecho obras grandes  por mí." Eucaristía, a las 19:30 en la Parroquia de Santiago El Real de Logroño, presidida por nuestro obispo D. Carlos Escribano Subías.
PEREGRINACIÓN DIOCESANA A LOURDES
 DEL 22 AL 25 DE JUNIO
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*16 de Febrero:  Salud y ecología integral: iluminación bíblica y líneas teológico pastorales (D. José Ramón Pascual García: Consiliario del Movimiento  de Jóvenes Rurales Cristianos )
* 23 de Febrero: Retos y propuestas Pastorales ( D. Rafael Gil Vicuña: Director del Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud)
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Lugar: Salón de las Oficinas Diocesanas de Logroño.
Hora: 17:30

Mensaje del Papa Francisco para la XXV Jornada Mundial del Enfermo 2017


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«El asombro ante las obras que Dios realiza: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí», es el tema del Mensaje del Papa Francisco para la XXV Jornada Mundial del Enfermo 2017, que se celebrará el próximo 11 de febrero, en la fiesta de la Virgen de Lourdes.
 
En su Mensaje, el Santo Padre recuerda que, esta Jornada fue instituida por su predecesor san Juan Pablo II, en 1992, y celebrada por primera vez precisamente en Lourdes el 11 de febrero de 1993. Esta Jornada, afirma el Pontífice, «constituye una ocasión para prestar especial atención a la situación de los enfermos y de todos los que sufren en general; y, al mismo tiempo, es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los agentes sanitarios y voluntarios, para que den gracias por la vocación que el Señor les ha dado de acompañar a los hermanos enfermos».
 
Además, señala el Papa, esta celebración renueva en la Iglesia la fuerza espiritual para realizar de la mejor manera posible esa parte esencial de su misión que incluye el servicio a los últimos, a los enfermos, a los que sufren, a los excluidos y marginados. En este sentido, los encuentros de oración, las liturgias eucarísticas y la unción de los enfermos, la convivencia con los enfermos y las reflexiones sobre temas de bioética y teológico-pastorales que se celebrarán en aquellos días en Lourdes, darán una aportación nueva e importante a ese servicio.
 
Es por ello, que el Papa Francisco, uniéndose ya desde ahora espiritualmente a todos los enfermos, «desea expresar su cercanía a todos los que viven la experiencia del sufrimiento, y a sus familias; así como mi agradecimiento – agrega el Pontífice – a todos los que, según sus distintas ocupaciones y en todos los centros de salud repartidos por todo el mundo, trabajan con competencia, responsabilidad y dedicación para su alivio, su salud y su bienestar diario». Me gustaría animar a todos los enfermos, agrega el Papa, a las personas que sufren, a los médicos, enfermeras, familiares y a los voluntarios a que vean en María, Salud de los enfermos, a aquella que es para todos los seres humanos garante de la ternura del amor de Dios y modelo de abandono a su voluntad.
 
Mencionando a santa Bernadette, como la humilde muchacha de Lourdes que miraba a la Virgen, como se mira a una persona, el Vicario de Cristo precisó que, «estas sencillas palabras describen la plenitud de una relación y esto nos recuerda que cada paciente es y será siempre un ser humano, y debe ser tratado en consecuencia. Los enfermos, como las personas que tienen una discapacidad incluso muy grave – afirma el Papa – tienen una dignidad inalienable y una misión en la vida y nunca se convierten en simples objetos, aunque a veces puedan parecer meramente pasivos, pero en realidad nunca es así». El hecho de que la hermosa Señora le pida que rece por los pecadores, señala el Pontífice, nos recuerda que los enfermos, los que sufren, no sólo llevan consigo el deseo de curarse, sino también el de vivir la propia vida de modo cristiano, llegando a darla como verdaderos discípulos misioneros de Cristo.
 
«Pidamos pues a la Inmaculada Concepción – alienta el Papa Francisco – la gracia de saber siempre ver al enfermo como a una persona que, ciertamente, necesita ayuda, a veces incluso para las cosas más básicas, pero que también lleva consigo un don que compartir con los demás». La mirada de María, Consoladora de los afligidos, recuerda el Obispo de Roma, ilumina el rostro de la Iglesia en su compromiso diario en favor de los necesitados y los que sufren. Los frutos maravillosos de esta solicitud de la Iglesia hacia el mundo del sufrimiento y la enfermedad son motivo de agradecimiento al Señor Jesús, que se hizo solidario con nosotros, en obediencia a la voluntad del Padre y hasta la muerte en la cruz, para que la humanidad fuera redimida.
 
Con motivo de la XXV Jornada Mundial del Enfermo, renuevo, con mi oración y mi aliento, agrega el Papa, mi cercanía a los médicos, a los enfermeros, a los voluntarios y a todos los consagrados y consagradas que se dedican a servir a los enfermos y necesitados; a las instituciones eclesiales y civiles que trabajan en este ámbito; y a las familias que cuidan con amor a sus familiares enfermos. «Deseo que todos sean siempre signos gozosos de la presencia y el amor de Dios, señala el Pontífice, imitando el testimonio resplandeciente de tantos amigos y amigas de Dios, entre los que menciono a san Juan de Dios y a san Camilo de Lelis, patronos de los hospitales y de los agentes sanitarios, y a la santa Madre Teresa de Calcuta, misionera de la ternura de Dios»
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PEREGRINACIÓN DIOCESANA CON ENFERMOS
A LOURDES DEL 22 AL 25 DE JUNIO

25 ANIVERSARIO DE LA HOSPITALIDAD DE NTRA. SRA. DE LOURDES DE LA RIOJA

martes, 13 de diciembre de 2016

Fiesta de Navidad de la Hospitalidad de Lourdes de La Rioja



 
            Este año tendremos nuestra fiesta de Navidad el domingo 18 de diciembre en las dependencias de Hermanos Maristas, situada en Travesía de Madrid , junto al Hospital Los Manzanos de Logroño

                                           Programa:  
            10:30   Bienvenida con desayuno con chocolate o café y bizcochos caseros.
            11:00   Exposición de los acontecimientos organizados durante el año.
12:00   Previsión de los actos que llevaremos a cabo durante el próximo año.
            13:00   Eucaristía.
            14:15   Almuerzo.
            15:30   Sorteo con reparto de premios y cantico de villancicos.
            17:30  Fin de fiesta.  

viernes, 9 de diciembre de 2016

Coloquio 10 – 13 de febrero de 2017 « El Magníficat, cántico de la esperanza»

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Coloquio 10 – 13 de febrero de 2017 « El Magníficat, cántico de la esperanza» para la 25a JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
INSCRIPCIÓN en internet estarà disponible el 19 diciembre
“El Magníficat es el cántico de la esperanza, el cántico del Pueblo de Dios que camina en la historia. [...] La Iglesia , actualmente, sigue cantándolo y lo canta en todo el mundo. Este cántico es fuerte y sonoro, de manera especial, allí donde el Cuerpo de Cristo sufre hoy la Pasión. Para nosotros los cristianos,  donde está la Cruz siempre hay esperanza. Si no hay esperanza, no somos cristianos. Por esto me gusta decir: no os dejéis
robar la esperanza. Que no os roben la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos hace avanzar mirando al cielo. Y María está siempre allí, cerca de esas comunidades, cerca de nuestros hermanos, camina con ellos, sufre con ellos, y canta con ellos el Magníficat de la esperanza.” (Papa Francisco, Homilía del 15 de agosto de 2013).
En téléchargement :

sábado, 19 de noviembre de 2016

Tema del año LOURDES 2017 : "El Señor hizo en mi maravillas"


El Magníficat
de la esperanza

Tema del año 2017 "El Señor hizo en mi maravillas"

El santuario de Lourdes propone a los peregrinos de este año 2017 seguir el camino abierto por la 25ª Jornada Mundial del Enfermo, celebrada de manera extraordianria en Lourdes en el aniversario de su primera celebración, el 11 de febrero de 1993.

Estamos invitados a fijar la mirada de María en el sufrimiento. Desde los primeros momentos  del anuncio del Evanagelio, en Caná, ella presenta a Jesús las necesidades de los hombres y muestra a los hombres el camino de Jesús (1). A lo largo del ministerio de Jesús, ella lo acompaña con su fe, manifestada al pie de la cruz con el ofrecimiento de su presencia: allí recibe al discípulo como hijo suyo (Jn 19, 26). La hora de Jesús es también la hora de la mujer (Jn 16, 21). Con ella, todo sufrimiento se convierte en dolor de alumbramiento. Ella es «la madre» que recibe y transmite el don de amor de Jesús crucificado.

Ella es la que se deja ver por Bernardita en el hueco oscuro de una roca pirenaica. Bernardita se encuentra ante un camino sin salida. Puede ver frente a ella «una auténtica mina de leña y de huesos» , precisamente lo que ha ido a buscar, pero también eso le resulta inaccesible a causa del agua fría del canal.

Ese momento resume toda su existencia, condenada al fracaso por la enfermedad, las malas cosechas, la mala administrción y por la imposibilidad de ir a la escuela y al catecismo. Alos 14 años es una marginada, en la periferia de Lourdes. Hubiera podido desaparecer de Lourdes sin que nadie se preocupara... Pero alguien la vió en el fondo de su agujero. Una joven «tan joven y tan pequeña como yo», dirá ella. Alguien que se le parece, que igual que ella, era insignificante a los ojos de los hombres, pero que Dios supo ver, al fondo de la gruta de Nazaret. «Dios no ve como los hombres, que ven las apariencias; el Señor ve el corazon.» (1 Sm 16, 7)
(1) Podemos repasar el comentario del Evangelio de Caná en la encíclica Redemptoris Mater del Papa Juan Pablo II (25 demarzo de 1987) nº 21 : María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos. Se pone « en medio », o sea hace de mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre.  Otro elemento esencial de esta función materna de María se encuentra en las palabras dirigidas a los criados: « Haced lo que él os diga ». La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo.
Con  su  mirada  y  su  sonrisa,  María  comparte  con  Bernardita  la  alegría  del Magníficat, la fecundiddad de una vida visitada por Dios. María comparte con  la Iglesiala alegría de oir de nuevo «un ruido como una ráfaga de viento», el soplo de Pentecostés, el soplo de los comienzos. «Me miraba como una persona que  habla  con  otra  persona».  Existo  por  alguien.  La  misma  alegría  de  la Santísima Trinidad, de las Personas divinas que existen una para la otra.
«Me has escogido portentosamente, son admirables tus obras...» Sl 138,«Tú me has tejido en el seno materno». Sl 138, 13
«No me rechaces ahora en la vejez». Sl 70, 9
«Lo que hicísteis con uno de mis humildes hermanos, conmigo o hicísteis». Mt 25, 40


En Lourdes especialmente, como a lo largo de todo el Evangelio y de la historia de la Iglesia, se nos revelan el rostro y la presencia de los pequeños. Cuado María dice, por fin, su nombre a Bernardita, se llama La Inmaculada Concepción, la llena de luz, de una claridad que no le pertenece, sino que le viene dada de lo alto, del corazon mismo del Dios amor. Yo soy la que no pone trabas al amor, hasta el punto que puede encontrarse a gusto conmigo, que puede hacerse carne en mi. María dijo su nombre el 25 de marzo, el día de la concepción de Jesús en el hueco de su vientre de mujer. No está sola en la Gruta.

Una ecografía espiritual nos permite entrar en comunión con la presencia de Jesús en su vientre. María nos invta a desprendernos de la apariencia para descubrir en el secretro de los corazones la omnipotencia del amor que se entrega. Nos invita, también, a raspar el grueso caparazón de nuestro orgullo y de nuestros miedos, para dejar que brote la fuente y rendirnos ante el pequeño que nos da vida y nos introduce en el Reino.

A Lourdes han venido los pobres, los cuerpos enfermos y los corazones endurecidos, a sumergirse en el baño de la misericordia.

María Salus Infirmorum
María Refugium peccatorum
María Consolatrix afflictorum


En María Inmaculada el Señor nos muestra la creatura librada perfectamente de la enfermedad del pecado, capaz de abrir un camino de gracia a Bernardita, marcada por toda clase de dicapacidades. Lourdes se convierte en un lugar de curación de las personas enfermas, un lugar de curación de los corazones endurecidos por el pecado, un lugar de esperanza y de renovación de una vida llamada a  comunicarse.

«Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo. Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualqier lucha.» (2 Co 1,3-4).

Con María recibimos el Soplo del Espíritu Consolador.

María del Magníficat da gracias por el don de la vida que nace en su vientre, es Dios mismo el que se compromete en ese pequeño: «Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador» (mi Jesús). Desde el vientre de la madre hasta la edad de las canas, la vida es una maravilla, un don de Dios.

En todo el Evangelio y en la historia de la Iglesia, el Señor actúa curando a los enfermos. Y les manifiesta de manera especial su ternura por medio del rostro de María, la madre que da a luz y abre siempre un camino hasta llegar al pie de la cruz, donde resume, en ella, toda la fe de la Iglesia. Ella es «salus infirmorum», salud de los enfermos, es la que acoge y transmite el don de Dios, el don de la vida. Testimonio especial de ésto son las curaciones de Lourdes desde la época de las apariciones.

En Lourdes igualmente, María, «refugium peccatorum», pide rezar «por los pecadores», hacer penitencia, comer hierba, rebajarse a ese nivel animal, al que ha llegado el pecador . Pero en medio de la suciedad y del barro, brota una fuente escondida, la fuente del bautismo que el Señor nunca ha negado y que hace brotar de nuevo: fuente del perdón y de la misericordia. Lourdes es este «oasis de misericordia», en el que debe convertirse todo lugar de la Iglesia, lugar de curación de los corazones por el poder del perdón. La penitencia es la expresión de esta solidaridad en el camino de la renovación del espíritu y del corazón.

Finalmente María, «consolatrix afflictorum», se nos ofrece como el mejor fruto del Espíritu Santo, la comunicante privilegiada del Paráclito, del Consolador.

Ella ilumina el camino de los Apóstoles, llamados a comunicar este poder de consuelo, que ellos han experimentado y a ser también ellos consoladores.  Se unen a los que lloran por las desgracias de la creación, que Dios quiso muy bella y que no reconoció  el momento de su venida. (Lc 19, 44) Pero ese llanto expresa los dolores de un parto que dura todavía. El peregrino del Consuelo se convierte en portador de una vida nueva, como dice San Pablo. (2 Co 1, 3-4).

Lourdes es el único lugar del mundo en el que se muestra como en una «exposición» a los más miserables, los pacientes que habitualmente se ocultan, a los que no se quiere ver, porque muestran  nuestra fragilidad y nuestras debilidades y discapacidad... Pero aquí esas heridas se convierten en puertas de luz, por la gracia de una mirada que no juzga y que ama. El fruto de nuestra experiencia de peregrinación podría ser una renovación de la mirada que aprende a amar y a dar vida. Las Bernarditas de hoy nos transmiten el reflejo de la sonrida de María: los más pobres, los más frágiles nos hacen ver como «natural» la vida del Dios de Jesucristo.

Propondríamos de buena gana repasar los capítulos 8 y 9 del Evangelio de San Mateo. Jesús baja de la montaña donde ha proclamado la nueva ley, no una ley distinta de la ley de Moisés, sino esa misma ley llevada a su plenitud por el don de su amor y el soplo de su Espíritu. Jesús, entonces, cura a los enfermos, para ofrecer al pueblo al pueblo el gusto del mejor vino, dar la alegría del perdón, que hace posible al publicano Mateo curarse de la peor de las enfermedades, la del dinero: Jesús le dijo: «Sígueme». El hombre se levantó y lo siguió. «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa, misericordia quiero y no sacrificios: que no he venido a llamar a los juestos, sino a los pecadores.» (Mt 9, 12-13)

Con María y Bernardita, damos gracias por el lugar y el tiempo de la Misericordia. Nuestros cuerpos y nuestros corazones están dispuestos para la obra de Dios, obra de curación y de perdón, que se nos confía para que la anunciemos y difundamos.

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundanate, pero los trabajadores son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.» (Mt 9, 35-38)
 

Camino del Magnificat, de la curación, del perdón y de la misión

•  El hombre se fija en las apariencias, Dios mira al corazón.
¿Qué « maravillas podría yo descubrir en mi propia vida, en mi histora, alrededor de mí, si abriera los ojos de mi corazón?

• ¿Dónde están para mi las Bernarditas de hoy día?
¿De qué manera estoy presente junto a los más débiles y los más pequeños?
¿Cómo mirar al niño que va a nacer, o a la persona que se está muriendo?

•  María, salud de los enfermos
Salud del cuerpo, salud del corazón,… ¿Qué significa, pues, tener buena salud?
¿Tendría que encomendar peticiones de curación?

•  María, refugio de los pecadores 
¿Qué complicidades con la violencia, con la muerte puedo identificar dentro de mí?
¿Qué camino de perdón querría encontrar abierto?
¿A qué gesto de penitencia, de vuelta a la fuente, me sentiría invitado?

•  María, consuelo de los afligidos
¿Sé recibir el consuelo que se me ofrece cuando las cosas no van bien?¿Qué alegría de renovación se me propone?

• «¿El milagro de Lourdes es un corazón que se transforma?
¿Qué consuelo, qué fuente de renovación estoy llamado a compartir?
¿Qué misión me está confiada actualmente?
«Es normal, por lo tanto, que María, Madre y modelo de la Iglesia, sea invocada y venerada como "Salus infirmorum", "Salud de los enfermos". Como primera y perfecta discípula de su Hijo, siempre ha mostrado, acompañando el camino de la Iglesia, una especial solicitud por los que sufren. En la conmemoración  de las apariciones en Lourdes, lugar elegido por María para manifestar su solicitud materna con los enfermos, la liturgia se hace eco oportunamente del Magníficat,  que no es el cántico de aquellos a quienes les sonríe la suerte, de los que siempre van "viento en popa"; es más bien la gratitud de quien conoce los dramas de la vida, pero confía en la obra redentora de Dios… Como María, la Iglessia es portadora, a lo largo de la historia, de los dramas humanos y del consuelo divino... Aceptado y ofrecido, compartido sincera y gratuitamente, el sufrimiento se convierte en um milagro del amor...»
Benedicto XVI, 11 de febrero de 2010

El Magnificat es el cántico de la esperanza, el cántico del Pueblo de Dios que camina en la historia. La Iglesia también lo canta  y lo canta en todo el mundo. Este cántico es especialmente intenso allí donde el Cuerpo de Cristo sufre hoy la Pasión. Donde está la cruz, para nosotros los cristianos siempre hay esperanza. Si no hay esperanza, no somos cristianos. Por eso me gusta decir: no os dejéis robar la esperanza. Que no os roben la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos hace avanzar mirando al cielo. Y María está siempre allí, cerca de esas comunidades, de esos hermanos nuestros, camina con ellos, sufre con ellos, y canta con ellos el Magnificat de la esperanza. Papa Francisco, Homilía 15 de agosto 2013