Introducción
Con la convocación del Jubileo por parte del Papa Francisco, se inicia en la vida de la Iglesia una año de gracia y de perdón. En la tradición cristiana, el Jubileo es un período de remisión de los pecados y de reconciliación con Dios, de renovación espiritual. Es un tiempo en el que somos invitados a peregrinar, confesarse, participar en celebraciones litúrgicas y realizar obras de misericordia. El lema del Jubileo de 2025 será "Peregrinos de la esperanza". Este tema llama la atención sobre la importancia de la peregrinación como metáfora del camino de la vida, camino de esperanza hacia la redención y la paz interior.
Significado del “logotipo” del jubileo
En el “logotipo”, destaca el color verde del lema del Jubileo 2025, "Peregrinantes in Spem" (Peregrinos en la esperanza). Representa cuatro figuras estilizadas para indicar la humanidad procedente de los cuatro rincones de la tierra.
Se abrazan para indicar la solidaridad y la hermandad que deben unir a los pueblos. El que va en cabeza está aferrado a la cruz: es signo no sólo de la fe que abraza, sino de la esperanza que nunca puede abandonarse porque la necesitamos siempre y sobre todo en los momentos de mayor necesidad. Las olas de abajo están agitadas para indicar que el peregrinaje de la vida no siempre transcurre en aguas tranquilas. A menudo los acontecimientos personales y mundiales imponen con mayor intensidad una llamada a la confianza. Por eso la parte inferior de la Cruz se extiende, transformándose en un ancla, que se impone al movimiento ondulatorio.
El ancla se ha utilizado a menudo como metáfora de la esperanza. Este símbolo jubilar ha sido elegido personalmente por el Papa Francisco, entre las tres propuestas ganadoras: «El ancla de la esperanza es el nombre que en el lenguaje de los marineros, se le da al ancla de reserva, utilizada por los barcos para realizar maniobras de emergencia para estabilizar el barco durante las tormentas."
Además, la imagen del logotipo muestra cómo el camino del peregrino no es un hecho individual, sino comunitario, con la impronta de un dinamismo creciente que tiende cada vez más hacia la Cruz. La Cruz no es en absoluto estática, sino también dinámica, se inclina hacia la humanidad como para encontrarla y no dejarla sola, sino ofreciéndole la certeza de su presencia y el gozo de la esperanza: virtud teologal situada en el fundamento mismo de la vida cristiana.
Por medio de él se nos llama a todos a ser constructores responsables de un mundo mejor, como escribió el Papa Francisco en su mensaje para el Jubileo, a mirar hacia el futuro con una mente abierta.
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