2. La invitación a venir
Un camino de confianza
Venir en peregrinación
Venir
designa
un desplazamiento que permite llegar
a un lugar concreto.
Venir
suele estar vinculado, si no a una invitación explícita
al menos
a una decisión por parte
de la persona que, sintiéndose si no interpelada
interiormente, al menos implicada,
toma la decisión
de partir y se pone en marcha.
Que
alguien te diga: "Ven y quédate conmigo", es una invitación con una connotación positiva.
En la
Gruta de Lourdes, a primera hora de la mañana del jueves 18 de febrero de 1858
Bernardita se sintió profundamente conmovida por las palabras
que le dirigió la Señora:
¿Quiere hacerme el favor de venir aquí durante quince días?
Estas palabras
iban dirigidas a la libertad
de Bernardita, la muchacha se
lo tomó muy en serio,
haciéndolas suyas al comprometerse con una promesa.
A todos
los que intentaron impedirle ir a la Gruta,
ella decía con fuerza y firmeza: Lo he prometido.
Recibiendo la gracia de la invitación,
Bernardita ofreció
a la Señora de la Gruta de Lourdes
la gracia de su respuesta.
En el Evangelio, Jesús
invita a los que quieren
seguirle a que vengan a Él:
Vengan y vean (Jn 1, 39).
A aquellos
que no saben o que dudan
Jesús dice el por qué:
Venid a mí
todos los que estáis cansados
y agobiados, y yo os aliviaré.
(Mt 11, 28).
En una parábola, Jesús presta estas palabras al hombre que lo representa:
Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado
para vosotros desde la
creación del mundo.
(Mt 25, 34).
Venir aquí
En Lourdes, ¿cómo debemos entender
esta invitación a venir aquí,
es decir, a la Gruta,
y esta invitación a venir
aquí en procesión-peregrinación?
Al principio de la historia,
Dios habló a su criatura humana,
como lo hizo con Abraham, invitándole a levantarse, a
ponerse en marcha,
sin indicar, sin embargo, la meta
que tiene que alcanzar, sin mencionar siquiera
los medios que serán necesarios.
Procediendo de esta manera,
Dios propone a Abraham
que entre en una relación basada en la confianza.
Incluso
antes de que se celebre
la Alianza,
Abraham entra en el misterio de la alianza
de Dios con él.
En la plenitud
de los tiempos,
Jesús sabe hablar de forma muy directa a los que llama:
Los invita e inmediatamente le siguen (Mt 4,41-42).
Ahora bien, la confianza que les da para responder a su llamada es el don de Dios que llamamos fe,
es decir, nuestra
relación con Dios.
Para Abraham, como para los discípulos de Jesús
la gracia de Dios precede a la llamada
que reciben, y contiene
en sí misma la capacidad de responder a esa llamada.
En el Evangelio, Jesús
revela el contenido de esta gracia:
Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí (Jn 12, 32).
Y para que comprendamos que esta gracia procede de la cruz,
de la que es fruto,
el evangelista añade inmediatamente este comentario:
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir (Jn 12, 33).
Venir hoy
Hoy,
la Virgen,
Inmaculada Concepción, unida
a su Hijo nacido, muerto
y resucitado, es, por
voluntad de Dios, la dispensadora de todas las gracias.
Por eso María atrae hacia sí a todos los que Jesús le da
para que, vivificados por el misterio
pascual, tengan vida eterna.
Durante
las apariciones de 1858, la Virgen Inmaculada
transmitió a Bernardita la señal de la cruz,
haciendo que realizara esta experiencia que
abrió inmediatamente a la niña al otro mundo, es decir
al reino de Dios presente
en medio de nosotros y dentro de nosotros (Lc 17,21).
Estas pocas
palabras muestran que "venir" a la Gruta
de Lourdes es para cada uno
de nosotros una cuestión de vida o muerte,
en función de la respuesta que se da a la invitación recibida.
El hecho mismo
de "venir" significa entrar en una historia
de la que la peregrinación es a la vez la parte visible
y el corazón
del proceso progresivo.
La
procesión-peregrinación conduce al encuentro
con Aquel
que es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6)
y que ha venido
para que tengamos
vida en abundancia (Jn 10,10).
El
tiempo de la peregrinación es diferente de la vida cristiana ordinaria. Para
algunas personas será un momento culminante. Para otros, será un punto de partida,
de volver a empezar, de regreso. Para otros, será un
descubrimiento
total
de la Iglesia, del Evangelio y de Jesucristo4.
Las etapas de la decisión
Una peregrinación a Lourdes tiene
un antes, un durante y un después. Todo comienza con una toma de conciencia.
¿Por qué?
4 Lourdes en procesión, del P. Régis-Marie de la Teyssonnière [Nuestra traducción]
Porque,
cuando nos habla,
Dios lo hace discretamente e incluso en silencio.
Como en el caso del profeta
Elías, Dios no aparece primero
en un huracán o un terremoto, sino en el susurro de una suave brisa
(1 Reyes 19:12).
Dios nos
habla:
-
a través de su Palabra
-
a través de los acontecimientos
-
a través de las personas
Como parte de una peregrinación a Lourdes, Dios
puede hablarnos a través de un cartel, una conversación, un testimonio,
un momento de oración o, más sencillamente
la evocación del nombre de esta ciudad
mariana...
Estos acontecimientos reflejan el deseo
que Dios ha sembrado
en nuestros corazones.
Sin embargo, todo depende de nuestra relación
con el Señor.
Algunas
personas saben reconocer
la voz de Jesús
como la oveja conoce
la voz del buen pastor
(Jn 10,2-3.14-15). Para
otros, éste no es el caso.
Sea
cual sea el tiempo que se tarde en tomar conciencia, en cuanto se hace efectiva, llega el tiempo de
la reflexión.
Y es también el momento de la lucha espiritual, el de los pensamientos negativos y contrarios a lo que nos atrae
en lo más profundo de nuestro corazón.
Entonces
llega el momento
de la decisión.
Sea positiva o no, la mayoría de las veces se impone,
porque la mayoría de las veces
es fruto de nuestra reflexión.
La última etapa es ponerla
en práctica,
es decir, poner
en práctica la decisión tomada.
La puesta en práctica
Este periodo
previo es ya un momento
de encuentro con las personas
que organizan la peregrinación
o que ya han participado, o con las que uno mismo va a ir.
Estos encuentros son el inicio
de una inmersión en el camino que se va a emprender.
Se siente la falta de experiencia, de hecho, la debilidad
y al mismo tiempo se descubre uno acogido y acompañado.
Esto abre la puerta
no sólo a la confianza, sino también a una
relación evangélica que comienza a hacernos saborear lo bueno que es el Señor
(Sal 33 (34), 9).
Ya sea involuntariamente o, por el contrario,
con plena conciencia de lo que se vive
en el tiempo que se tarda
en escuchar la invitación
y responder a ella,
ya hemos entrado, por nuestra parte,
en la oración, es decir, en esta relación misteriosa con Dios.
En este camino de confianza por
el que comenzamos a caminar
en medio de los obstáculos y dificultades del mundo en que vivimos
ya estamos participando en lo que el Papa Francisco llama con realismo una gran sinfonía de oració.
María avanza con nosotros
María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con
unos pobres pañales y una montaña de ternura...
Ella es la amiga
siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por
la espada,
que comprende todas
las penas.
Como madre
de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta
que brote la justicia.
Ella es la misionera
que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida,
abriendo los corazones
a la fe con su cariño materno.
Como una verdadera madre, ella camina con nosotros,
lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios.
Papa Francisco
Exhortación apostólica
No hay comentarios:
Publicar un comentario