sábado, 24 de febrero de 2024

TEMA PASTORAL DEL SANTUARIO DE LOURDES 2024 (2.LA INVITACIÓN A VENIR). UN CAMINO DE CONFIANZA)


2.     La invitación a venir

Un camino de confianza


Venir en peregrinación

Venir

designa un desplazamiento que permite llegar a un lugar concreto.

Venir

suele estar vinculado, si no a una invitación explícita

al menos a una decisión por parte de la persona que, sintiéndose si no interpelada interiormente, al menos implicada,

toma la decisión de partir y se pone en marcha.

Que alguien te diga: "Ven y quédate conmigo", es una invitación con una connotación positiva.

 

En la Gruta de Lourdes, a primera hora de la mañana del jueves 18 de febrero de 1858 Bernardita se sintió profundamente conmovida por las palabras que le dirigió la Señora:

¿Quiere hacerme el favor de venir aquí durante quince días?

Estas palabras iban dirigidas a la libertad de Bernardita, la muchacha se lo tomó muy en serio,

haciéndolas suyas al comprometerse con una promesa.

A todos los que intentaron impedirle ir a la Gruta,

ella decía con fuerza y firmeza: Lo he prometido.

 

Recibiendo la gracia de la invitación,

Bernardita ofreció a la Señora de la Gruta de Lourdes la gracia de su respuesta.

En el Evangelio, Jesús invita a los que quieren seguirle a que vengan a Él:

Vengan y vean (Jn 1, 39).

A aquellos que no saben o que dudan Jesús dice el por qué:


Venid a

todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

(Mt 11, 28).

En una parábola, Jesús presta estas palabras al hombre que lo representa:

Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

(Mt 25, 34).

Venir aquí

 

En Lourdes, ¿cómo debemos entender esta invitación a venir aquí,

es decir, a la Gruta, y esta invitación a venir aquí en procesión-peregrinación?

Al principio de la historia,

Dios habló a su criatura humana, como lo hizo con Abraham, invitándole a levantarse, a ponerse en marcha,

sin indicar, sin embargo, la meta que tiene que alcanzar, sin mencionar siquiera los medios que serán necesarios.

Procediendo de esta manera, Dios propone a Abraham que entre en una relación basada en la confianza.

Incluso antes de que se celebre la Alianza,

Abraham entra en el misterio de la alianza de Dios con él.

En la plenitud de los tiempos,

Jesús sabe hablar de forma muy directa a los que llama: Los invita e inmediatamente le siguen (Mt 4,41-42).

Ahora bien, la confianza que les da para responder a su llamada es el don de Dios que llamamos fe,

es decir, nuestra relación con Dios.

Para Abraham, como para los discípulos de Jesús

la gracia de Dios precede a la llamada que reciben, y contiene en sí misma la capacidad de responder a esa llamada.

En el Evangelio, Jesús revela el contenido de esta gracia:

Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí (Jn 12, 32).


Y para que comprendamos que esta gracia procede de la cruz,

de la que es fruto, el evangelista añade inmediatamente este comentario:

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir (Jn 12, 33).

Venir hoy

Hoy,

la Virgen, Inmaculada Concepción, unida a su Hijo nacido, muerto y resucitado, es, por voluntad de Dios, la dispensadora de todas las gracias.

Por eso María atrae hacia a todos los que Jesús le da

para que, vivificados por el misterio pascual, tengan vida eterna.

Durante las apariciones de 1858, la Virgen Inmaculada

transmitió a Bernardita la señal de la cruz, haciendo que realizara esta experiencia que abrió inmediatamente a la niña al otro mundo, es decir

al reino de Dios presente en medio de nosotros y dentro de nosotros (Lc 17,21).

Estas pocas palabras muestran que "venir" a la Gruta de Lourdes es para cada uno de nosotros una cuestión de vida o muerte,

en función de la respuesta que se da a la invitación recibida.

El hecho mismo de "venir" significa entrar en una historia de la que la peregrinación es a la vez la parte visible

y el corazón del proceso progresivo.

La procesión-peregrinación conduce al encuentro con Aquel

que es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6)

y que ha venido para que tengamos vida en abundancia (Jn 10,10).

El tiempo de la peregrinación es diferente de la vida cristiana ordinaria. Para algunas personas será un momento culminante. Para otros, será un punto de partida, de volver a empezar, de regreso. Para otros, será un descubrimiento

total de la Iglesia, del Evangelio y de Jesucristo4.

 

Las etapas de la decisión

Una peregrinación a Lourdes tiene un antes, un durante y un después. Todo comienza con una toma de conciencia.

¿Por qué?


4 Lourdes en procesión, del P. Régis-Marie de la Teyssonnière [Nuestra traducción]


 

Porque, cuando nos habla,

Dios lo hace discretamente e incluso en silencio.

Como en el caso del profeta Elías, Dios no aparece primero en un huracán o un terremoto, sino en el susurro de una suave brisa (1 Reyes 19:12).

Dios nos habla:

-          a través de su Palabra

-          a través de los acontecimientos

-          a través de las personas

Como parte de una peregrinación a Lourdes, Dios puede hablarnos a través de un cartel, una conversación, un testimonio,

un momento de oración o, más sencillamente

la evocación del nombre de esta ciudad mariana...

Estos acontecimientos reflejan el deseo

que Dios ha sembrado en nuestros corazones.

Sin embargo, todo depende de nuestra relación con el Señor.

Algunas personas saben reconocer la voz de Jesús

como la oveja conoce la voz del buen pastor (Jn 10,2-3.14-15). Para otros, éste no es el caso.

Sea cual sea el tiempo que se tarde en tomar conciencia, en cuanto se hace efectiva, llega el tiempo de la reflexión.

Y es también el momento de la lucha espiritual, el de los pensamientos negativos y contrarios a lo que nos atrae en lo más profundo de nuestro corazón.

Entonces llega el momento de la decisión.

Sea positiva o no, la mayoría de las veces se impone,

porque la mayoría de las veces es fruto de nuestra reflexión.

La última etapa es ponerla en práctica,

es decir, poner en práctica la decisión tomada.

 

La puesta en práctica

 

Este periodo previo es ya un momento de encuentro con las personas que organizan la peregrinación

o que ya han participado, o con las que uno mismo va a ir.

Estos encuentros son el inicio de una inmersión en el camino que se va a emprender.


 

Se siente la falta de experiencia, de hecho, la debilidad

y al mismo tiempo se descubre uno acogido y acompañado.

Esto abre la puerta no sólo a la confianza, sino también a una relación evangélica que comienza a hacernos saborear lo bueno que es el Señor (Sal 33 (34), 9).

Ya sea involuntariamente o, por el contrario, con plena conciencia de lo que se vive

en el tiempo que se tarda en escuchar la invitación y responder a ella,

ya hemos entrado, por nuestra parte, en la oración, es decir, en esta relación misteriosa con Dios.

En este camino de confianza por el que comenzamos a caminar

en medio de los obstáculos y dificultades del mundo en que vivimos

ya estamos participando en lo que el Papa Francisco llama con realismo una gran sinfonía de oració.

María avanza con nosotros

María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura...

Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada,

que comprende todas las penas.

Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia.

Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida,

abriendo los corazones a la fe con su cariño materno.

Como una verdadera madre, ella camina con nosotros,

lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios.

 

Papa Francisco

Exhortación apostólica


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