jueves, 2 de junio de 2022

LA VIRGEN MARÍA, CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA

 

Antífona de entrada Cf. Lc 1, 28. 30-31

Alégrate, Virgen María; has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

 

Oración colecta

 

Oh Dios, que, por la encarnación de tu Hijo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, a los que veneramos a su Madre, causa de nuestra alegría, permanecer siempre en el camino de tus mandamientos, para que nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

Oración sobre las ofrendas

 

Recibe, Señor, los dones de tu Iglesia exultante de gozo, y a quienes has dado todos los bienes en Cristo salvador, nacido de la Virgen inmaculada, concédenos también participar del gozo eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Antífona de comunión Lc 1, 48-49

 

Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

 

Oración después de la comunión

 

Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de estos misterios que hemos celebrado, y pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero, te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección merezcamos llegar a las alegría eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Prefacio

 

LA VIDA DE LA VIRGEN CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA

 

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

 

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación,

darte gracias,

Padre santo,

siempre y en todo lugar,

y proclamar tu grandeza

en esta memoria de la Virgen María, tu hija amada.

 

Su nacimiento dichoso

anunció la alegría a todo el mundo;

su maternidad virginal

manifestó la Luz gozosa;

su vida humilde

ilumina a toda la Iglesia;

y su tránsito glorioso

la llevó a los cielos,

donde nos espera, como hermana y madre,

hasta que podamos alegramos con ella,

contemplándote para siempre.

 

Por eso,

unidos a los coros angélicos,

te aclamamos llenos de alegría:

 

Santo, Santo Santo.

 

PRIMERA LECTURA

 

Alégrate, hija de Sión, que yo vengo

 

Lectura del Profeta Zacarías 2, 10-13.

¡Alégrate y goza, hija de Sión!,

que yo vengo a habitar dentro de ti

—oráculo del Señor—.

Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos,

y serán pueblo mío.

Habitaré en medio de ti,

y comprenderás que el Señor de los Ejércitos

me ha enviado a ti.

El Señor tomará posesión de Judá

sobre la tierra santa

y elegirá de nuevo a Jerusalén.

¡Calle toda carne ante el Señor,

cuando se levanta de su santa morada!

 

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61, 10b)

 

R. Me alegro con mi Dios.

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán

todas las generaciones. R.

 

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación. R.

 

A los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia. R.

 

Aleluya Cf. Lc 1, 28

Dios te salve, María, alegría del género humano, que con tu parto virginal nos diste la salvación y el gozo.

 

EVANGELIO

 

Dichosa tú, que has creído

 

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-47.

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:

— ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

María dijo:

— Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

 

Palabra del Señor.

 

.

 

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