Todos
tenemos nuestro propio Vía Crucis que andar.
Nos da
miedo el Vía Crucis, porque todos tenemos miedo al dolor. Todos sentimos nuestros rechazos a la
Cruz. Sin embargo, el camino de la Cruz,
más que un camino de dolor y sufrimiento debiera ser un camino de
esperanza.
Nadie
como el que sufre comprende la realidad del camino de la Cruz, porque nadie
como él sabe cuánto pesa el madero del dolor y de la enfermedad. Mientras los sanos miramos, desde la acera, a
Jesús caminando bajo la Cruz, el enfermo lo ve desde su propia experiencia.
Querido
amigo enfermo: No te digo que hagas este Vía Crucis, tú ya lo estás
recorriendo. Sólo te pido que lo vivas y
como Jesús reveles en tu enfermedad el amor de Dios a los hombres.
Primera Estación
Jesús condenado a muerte
Señor, te
pido que me des la capacidad de decir sí a mis sufrimientos, como tú dijiste sí
a tu condena a muerte.
Segunda Estación
Jesús carga con la Cruz
Señor, te
pido que me des la gracia de ser más fuerte que la cruz que llevo en mi cuerpo
de enfermo.
Tercera Estación
Jesús cae por primera vez bajo la Cruz
Señor,
quiero pedirte por todos mis hermanos enfermos, por todos aquellos que como yo
se cansan de su enfermedad, para que encuentren en ti una palabra de aliento.
Cuarta Estación
Jesús se encuentra con su Madre
Señor, te
pido por aquellos que me cuidan y atienden.
Que en mis sufrimientos encuentren ellos el camino que los lleva a ti.
Quinta Estación
El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la Cruz
Señor,
¿cómo podría yo hoy prestar mi ayuda a otros tan débiles como yo? Que hoy pueda sonreír a los demás, para
hacerles más llevadera su carga.
Sexta Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús
Señor:
que cuantos sirven a los enfermos te reconozcan a ti en nuestros sufrimientos.
Séptima Estación
Jesús cae por segunda vez bajo la Cruz
Señor, te
admiro porque tú no protestas contra los
que te cargan la Cruz ni tampoco contra tu debilidad. Que yo no proteste contra mis sufrimientos,
ni contra los que me atienden. Y sobre todo,
que no proteste contra ti
Octava Estación
Jesús consuela a las piadosas mujeres
Señor,
dame la gracia de no caer en la tentación del egoísmo de utilizar a los demás a
mi servicio. Dame la gracia de olvidarme
de mí y preocuparme de los demás.
Novena Estación
Jesús cae por tercera vez bajo la Cruz
Señor, que sepa aceptar con cariño, con amor los servicios que con tanta
generosidad me brindan los míos. Que
sienta más su amor que mi propia necesidad.
Décima Estación
Jesús es despojado de sus vestidos
Señor,
que mis sufrimientos que no me dejan, me vayan despojando de mí mismo, de mis
orgullos, de mis pecados, de mis rebeldías, para que cada día esté más
dispuesto a lo que tú quieras de mí.
Undécima Estación
Jesús clavado en la Cruz
Señor,
gracias porque esta cama no se queja y me aguanta tanto tiempo. Gracias por esta silla de ruedas que es la
que camina por mí y no se queja. Tú
crucificado en mí y yo crucificado contigo.
Duodécima Estación
Jesús muere en la Cruz
Lo único
que te pido, Señor, es que también mi muerte sea signo de fidelidad a mi fe
bautismal, signo de mi fidelidad a la Iglesia.
Décimotercera Estación
Jesús bajado de la Cruz a los brazos de su Madre
Señor, a
la hora de mi muerte que mi último suspiro sea un acto de fe en ti, un acto de
fe en mi Madre la Iglesia.
Décimocuarta Estación
Jesús puesto en el Santo Sepulcro
Señor,
que mi esperanza sea más fuerte que mis miedos.
Que mi deseo de resurrección sea más grande que mis miedos a morir.
Décimoquinta Estación
Resucitó. El que había muerto está
vivo.
Señor,
que mi esperanza sea más grande que mi Viernes Santo. Señor, que
mi esperanza me haga vivir anticipadamente la mañana gozosa de tu Pascua
que quiero sea también Pascua mía.
Oración
Señor,
Jesús, caminando contigo el mismo camino del sufrimiento, uno se siente más
aliviado. El dolor sigue siendo el
mismo. Pero tu presencia lo hace más
llevadero. Al terminar mi Vía Crucis, yo
sigo clavado en mi cruz de la enfermedad, pero siento que me duele menos. Porque tu presencia y tu compañía ponen luz y
esperanza en mi camino. Sé que tú no me
descolgarás de mi cruz, como tampoco tú quisiste bajar de la tuya. Pero ya es bastante saber que mi dolor no te
es ajeno sino que tú mismo has querido compartirlo. Te pido, Señor, que así como tú compartes mi
dolor me enseñes a compartir tu esperanza pascual. Juntos los dos por el mismo camino de la
Cruz, pero juntos también los dos camino de la pascua. Tú que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amén.
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