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LA LUZ.
En la Pascua, la Iglesia
representa el misterio de luz de Cristo
con el signo del Cirio Pascual, cuya llama es a la vez luz y calor. El
simbolismo de la luz se relaciona con el del fuego: luminosidad y calor, y energía transformadora del fuego: verdad y
amor van unidos. El cirio Pascual arde y al arder, se consume: cruz y
resurrección son inseparables.
La iglesia calificó al bautismo
como el sacramento de la iluminación como una comunicación de luz y lo ha
relacionado inseparablemente con la resurrección de Cristo. Con Él surge en
nosotros la luz de la verdad y empezamos a entender. Él es
La procesión de Antorchas en el
atardecer del Santuario, la iluminación de cientos de velas ante la Virgen,
¿qué representan si no es a Cristo Resucitado, a Dios “luz de luz”, al
cristiano bautizado iluminado por esa luz divina?
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EL AGUA.
Jesús profetizo durante la fiesta
de las Tiendas: “El que cree en mí…de sus entrañas manarán torrentes de agua
viva”. En el bautismo, es el Señor que no solo nos convierte en personas de
luz, sino también en Fuentes de las que brota agua viva. Todos conocemos a
personas que son como el agua fresca de un manantial. Son los grandes santos
conocidos, pero también los encontramos en nuestra vida cotidiana: personas que
son una fuente.
El agua es otro de los símbolos
fundamentales en Lourdes; el agua de su Gave, el agua de sus fuentes y piscinas,
con las que se sacia la sed, se recoge con devoción en garrafas para llevarlas
a casa o en las que se baña a los enfermos. Qué son esos baños de agua, sino
una renovación bautismal, en los que
aunque no haya una curación física
siempre hay una renovación de purificación y de vida?. ¿Qué son esos deseos de
tomar el agua del manantial de la Virgen sino el querer convertirnos en fuentes de las que
brota el agua fresca que da vida a los demás?
Pidamos que seamos siempre
fuentes de agua pura, fresca saltarina del manantial de su verdad y de su amor.
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EL ALELUYA.
Desde que Cristo ha resucitado,
el amor es más fuerte que el odio; la fuerza de la vida es más fuerte que la de
la muerte. La mano salvadora del Señor nos sujeta, y así podemos cantar ya ahora
el canto de los salvados, el canto nuevo de los resucitados: ¡Aleluya!
Lourdes no se entendería sin el
Canto. El AVE MARIA cantado por miles de voces en todos los idiomas refleja la
universalidad de la Iglesia allí presente. El Ave María es el cántico de la
Encarnación y la Resurrección de Jesucristo dirigido a aquella que trajo a este
mundo la Vida nueva y que ya ha participado en primicia de su Resurrección en
cuerpo y alma. El Ave María es el canto de la gloria y la resurrección. Es el
Aleluya de la liberación del pecado y de la muerte. Es el Aleluya de los santos
que cantan con la Reina de los cielos al Dios “Luz de luz”, “Agua Viva”
“Creador con su Resurrección de una nueva humanidad”.
Con la Luz, el Agua y el Canto,
Lourdes se convierte en una continua Pascua.
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