Antífona de
entrada Cf. Sal 34
(35), 3; Jon 2, 3
Yo soy la
salvación del pueblo. Cuando me llamen desde el peligro, yo les escucharé.
Oración colecta
Te pedimos,
Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y
por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este
mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración sobre las ofrendas
Señor,
escucha las plegarias y recibe las ofrendas que te presentan los fieles en
honor de santa María, siempre Virgen; que sean agradables a tus ojos y atraigan
sobre el pueblo tu protección y tu auxilio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración después de la comunión
Hemos recibido gozosos, Señor, el
sacramento que nos salva, el Cuerpo y la Sangre de tu Unigénito, en la
celebración de su Madre, la bienaventurada Virgen María; que él nos conceda los
dones de la vida temporal y de la eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PRIMERA LECTURA
Él soportó nuestros sufrimientos
Lectura del
libro del profeta Isaías 53, 1-15. 7-10
¿Quién creyó
nuestro anuncio?,
¿a quién se
reveló el brazo del Señor?
Creció en su
presencia como brote,
como raíz en
tierra árida,
sin figura,
sin belleza.
Lo vimos sin
aspecto atrayente,
despreciado y
evitado de los hombres,
como un
hombre de dolores,
acostumbrado
a sufrimientos,
ante el cual
se ocultan los rostros,
despreciado y
desestimado.
Él soportó
nuestros sufrimientos
y aguantó
nuestros dolores;
nosotros lo
estimamos leproso,
herido de
Dios y humillado;
pero él fue
traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por
nuestros crímenes.
Nuestro
castigo saludable cayó sobre él,
sus
cicatrices nos curaron.
Maltratado,
voluntariamente se humillaba
y no abría la
boca;
como cordero
llevado al matadero,
como oveja ante
el esquilador,
enmudecía y
no abría la boca.
Sin defensa,
sin justicia, se lo llevaron,
¿quien meditó
en su destino?
Lo arrancaron
de la tierra de los vivos,
por los
pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron
sepultura con los malvados,
y una tumba con
los malhechores,
aunque no
había cometido crímenes
ni hubo
engaño en su boca.
El Señor
quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su
vida como expiación;
verá su
descendencia, prolongará sus años,
lo que el
Señor quiere prosperará por su mano.
Palabra de
Dios.
Salmo
responsorial Sal 102,
1-2. 3-4. 6-7. 8 y 10 (R.: 1a. 3a)
R. Bendice,
alma mía, al Señor; él cura todas tus enfermedades.
Bendice, alma
mía, al Señor
y todo mi ser
a su santo nombre.
Bendice, alma
mía, al Señor
y no olvides sus
beneficios. R.
Él perdona
todas tus culpas
y cura todas
tus enfermedades;
él rescata tu
vida de la fosa
y te colma de
gracia y de ternura. R.
El Señor hace
justicia
y defiende a
todos los oprimidos;
enseñó sus
caminos a Moisés
y sus hazañas
a loa hijos de Israel. R.
El Señor es
compasivo y misericordioso,
lento a la
ira y rico en clemencia;
no nos trata
como merecen nuestro pecados
ni nos paga
según nuestras culpas. R.
Aleluya Cf. Lc 1, 45
Dichosa tú,
Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
EVANGELIO
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
+ Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos
días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá;
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto
Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel
del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–«¡Bendita tú
entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo
para que me visite la madre de m¡ Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque
lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
— «Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha
mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones,
porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su
misericordia llega a sus fieles
de generación
en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a
los soberbios de corazón,
derriba del
trono a los poderosos
y enaltece a
los humildes,
a los
hambrientos los colma de bienes
y a los ricos
los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose
de la misericordia
–como lo
había prometido a nuestros padres–
en favor de
Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se
quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor.
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